El sistema nervioso incluye la actividad del cerebro, los nervios craneales, el hipotálamo, la médula espinal y los nervios raquídeos. Del tronco encefálico nacen doce nervios craneales: el olfatorio, el óptico, el oculomotor, el de la polea craneal, el trigémino, el abducens, el cigomático, el del equilibrio auditivo, el lingual-faríngeo, el vago, el accesorio y el sublingual.
Sobre la base de la acumulación constante de experiencias, el tejido nervioso forma un sentido del yo y de la identidad personal. Conecta las funciones corporales, la actividad hormonal, las emociones, la mente y la conciencia espiritual con el sistema energético de los siete chakras. Las glándulas endocrinas liberan hormonas directamente al torrente sanguíneo y su actividad garantiza el proceso de procreación, crecimiento, desarrollo, metabolismo y estabilización de las funciones vitales.
Un tejido nervioso sano permite una percepción clara y una comprensión correcta, refuerza la energía vital y el optimismo, desarrolla el carisma y la intuición. Un subproducto de este tejido es el líquido del blanco de los ojos, las lágrimas y las secreciones oculares.
Encontrará consejos sobre problemas de memoria y deterioro de las funciones cerebrales en el artículo Problemas de concentración y falta de memoria; sobre problemas psicológicos, en el artículo Ansiedad y depresión; sobre problemas para conciliar el sueño, en el artículo Conciliar el sueño y dormir; y sobre salud ocular, en el artículo Cuidar la salud de los ojos.